martes, 26 de febrero de 2013

Tartaletas de chocolate blanco y mascarpone

¡Con fresas! 


Hoy toca variar y dejarse un poco de chocolate. Algunos me diréis: pero...!si son tartaletas de chocolate blanco! Entonces viene cuando yo respondo: técnicamente, el chocolate blanco no es chocolate ergo no me podéis culpar de que os bombardeo con cacao! :D


Estas tartaletas son muy sencillas de preparar y lo mejor es que el relleno no requiere horneado, solo unas 3 horitas de paciencia para que se asiente! 


La base es una especie de masa quebrada casera, que me quedó todo lo opuesto a bonita, pero al menos cumple con su función de base sólida. De todos modos, la próxima vez que las prepare quizá hago una base de galletas o, si no, en el súper venden unas masas quebradas increíbles que seguro que no me quedan con forma de churro en vez de tartaleta.


Vamos a ello!

INGREDIENTES

Para la masa: 
- 250 gr. de harina
- 3 cucharadas de azúcar
- 125 gr. de mantequilla fría
- 1 huevo L

Para el relleno:
- 200 gr. de chocolate blanco
- 450 gr. de queso mascarpone
- 150 ml. de nata (puse del 18% de MG)

Para la decoración:
- Fresas
- Azúcar glas
- Unas hojitas de menta

Primero precalentamos el horno a 200º. 

Para hacer la masa, ponemos en un bol la harina, la mantequilla cortada a daditos y el azúcar, y vamos mezclando hasta que nos quede una apariencia como de migas de pan. A continuación, añadimos el huevo y amasamos hasta que quede todo perfectamente integrado y se forme una bola. 

Extendemos la masa y forramos con ella los moldes (yo usé 4 tartaletas medianitas, en la foto solo véis 3 porque... sí, lo admito... la otra me la comía antes de la sesión fotográfica de turno). Dejamos reposar unos 20 minutos. 

Pasado el tiempo de reposo, cubrimos los moldes con papel de hornear y le ponemos un peso encima (las típicas legumbres crudas de toda la vida van estupendas). Horneamos con el papel 10 minutos y después lo retiramos y horneamos 5 minutos más. Dejamos enfriar. 

Para el relleno, calentamos al baño maría el chocolate blanco y 125 gramos de mascarpone y removemos. Cuando esté todo derretido e integrado, lo apartamos y le añadimos el mascarpone restante, batiendo con ganas hasta que nos quede una masa de esas que dan ganas de comérsela a cucharadas. Finalmente, echamos la nata líquida y le damos a la batidora por última vez. 

Vertemos la mezcla en los moldes y.... ahora es cuando toca esperar. Mientras esperáis, podéis escuchar muy convenientemente esta canción: "The Waiting"


Una vez nos hayamos hecho el cuerpo que "the waiting is the hardest part", ya habrán pasado las tres horitas de rigor para que la consistencia de las tartaletas sea blanda, pero suficientemente cuajada. 


Como decoración, le puse unas cuantas fresas con un arte más que discutible, unas hojitas de menta y un poquito de azúcar glas. 


Y a comer! Que aproveche!

A mi me sobró un poco de masa, por lo que aproveché para poner a prueba mi creatividad y hacerle esto a mi hermana (quién, por suerte, a pesar de regalarle esto, me sigue queriendo! jajaja)


Fuente: "El libro de cocina" (Blume)

Ah, antes de que se me olvide… alguien me podría decir si se ve mi índice de recetas? Es que el otro día no podía ver el listado… En caso de que la respuesta sea negativa, que es lo que me temo…Sabéis como leches se hace para que se vea? Esto de blogger me trae loca! :(

Ya puestos a pedir… también me gustaría cambiar el diseño… poner una cabecera bonita y hacer que las fotos se viesen más grandes, por ejemplo. A aquellos ases de la informática que tengan un minutito libre… os agradeceré eternamente un breve tutorial, que será compensado con miles de pastelitos virtuales! :D 


Como siempre, que tengás feliz semana. A mí lo que me da feliz semana son vuestros comentarios, sois estupend@s! :)

pd: acabo de llegar del Fòrum Gastronòmic de Girona y tengo que ponerme a escribir la crónica para mañana pero prometo que en cuanto acabe este tute me paso por vuestros blogs! 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Chocolate Carrot Cake




O pastel de zanahoria. Pero con chocolate. Qué raro no?

No sé cómo explicarlo... ¿Habéis llegado alguna vez al punto de afirmar: si por un casual de la vida muriese ahora, moriría feliz? ¿Conocéis esa sensación? Pues es exactamente lo que yo he pensado después de comerme un trozo de este pastel. (Sí, vale, un trozo de éstos equivale a tres trozos normales)


Veréis… yo no sé si es porque me apetecía chocolate, o porque me lo he comido con hambre, pero he disfrutado lo “indisfrutable”. Lo preparé este fin de semana, muy tranquilamente: el sábado, los bizcochos y el domingo, el frosting y el montaje. Y claro, después de un fin de semana que no sé porque pero se ha caracterizado por la comida saludable, llegué a la conclusión que eso no podía ser, sobretodo porque tenía un pastel en la nevera que me decía todo triste: pero no te gusto? No me quieres probar? Y claro, quién se va a resistir a eso?



 Os advierto, y hacedme caso: no podéis comer este pastel con hambre. La respuesta es bastante obvia, pero si no se os ocurre, solo os diré que he llegado a las 16’00 con el estómago vacío y en 10 minutos tenía unas 10.000 kcal intentando procesarse en mi estómago. Y no me siento nada mal, oye. Ahí cada cual con su conciencia! :p


 La verdad es que me apetecía mucho llenar la cocina de trastos y pringarlo todo de chocolate con un pastel digno. Es mi momento de desconexión, de introspección. Jamás cambiaría el cocinar los fines de semana por hacer la siesta, por ejemplo. La receta es del blog de Trotamundos. La primera vez que la vi dije: wow, vale, ojalá supiese hacer yo una cosa así. Y veamos, igual no me ha quedado ni mucho menos pero… estoy muy orgullosa de mi chocolate carrot cake, aunque el pobre parezca más un bombón gigante.




Tengo que decir que los bizcochos por si solos están BUENÍSIMOS. Si no os apetece liaros con el frosting, podéis hacer nada más que el bizcocho. Es súper jugoso, húmedo, tierno, y tiene un sabor indescriptible. A continuación os muestro los ingredientes.


Me hubiese gustado hacerlo con dos moldes de 20 cm, pero solo tenía de 18 cm y encima, uno. Así que tuve que hornear en dos tandas. Creo que el molde de 18 es demasiado chiquitito, así que si podéis, optad por uno un poco mayor. Vamos a ello? Venga va, que os morís de ganas! :D


INGREDIENTES (yo he hecho ligeras variaciones respecto la receta original)

Para el bizcocho:

- 200 gr. de harina de repostería
- 80 gr. de harina integral
- 25 gr. de cacao en polvo
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- 2 cucharaditas de levadura
- 2 cucharaditas de sal
- 2 cucharaditas de canela en polvo
- 1/4 de cucharadita de nuez moscada en polvo
- 4 huevos
- 180 gr. de azúcar blanco
- 120 gr. de azúcar moreno
- 240 ml. de aceite de girasol
- 2 cucharaditas de esencia de vainilla
- 100 gr. de nueces
- 340 gr. de zanahorias
- 4 rodajas de piña en almíbar

Para el frosting:

- 270 gr. de chocolate de cobertura
- 85 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
- 170 gr. de queso crema (philadelphia, por ejemplo)
- 200 gr. de azúcar glass
- 1/2 cucharadita de sal
- 4 cucharadas de cacao en polvo (nada de cola-cao y sucedáneos eh?)
- 160 gr. de yogur natural NO azucarado (no queremos abusar tampoco aquí del azúcar...  :p)

Empecemos. Para el bizcocho, lo primero es poner las nueces en una bandeja de horno y dejarlas unos 10 minutos a 180º. Las retiramos, y dejamos el horno a esa temperatura. 

Seguidamente, cortamos la piña y las zanahorias en trocitos muy pequeñitos. Yo rallé las zanahorias porque no tengo paciencia para estar 30 minutos cortando verduras a cachitos. Las nueces también las picamos pequeñitas y lo reservamos todo.

En un bol ponemos la harina tamizada, el cacao en polvo, el bicarbonato, la levadura, la sal, la nuez moscada y la canela y mezclamos bien.

En otro bol, un poco más grande, batimos los huevos junto con los dos tipos de azúcar hasta conseguir una masa blanquecina y espumosa. A continuación, se añade el aceite y las cucharaditas de esencia de vainilla y se vuelve a batir bien.

Llegados a este punto, vertemos la mezcla de harina, cacao, etc. (ingredientes secos) a la mezcla líquida y batimos muy bien hasta que nos quede una masa homogénea, con todos los ingredientes bien integrados.

Ahora llega cuando el hecho de tener dos moldes del mismo tamaño sería una ventaja. Si los tenéis, repartís la mezcla entre los dos moldes y al horno unos 40-50 minutos. Id pinchando con un palito hasta que éste salgo limpio.

Si no tenéis nada más que un molde, lo podéis hacer en dos tandas como hice yo. Una vez esté el bizcocho listo, lo dejáis enfriar, y nada de matar el tiempo dedicándoos a comeros las miguitas que se desprenden, porque toca hacer el frosting.


Para ello, primero se funde el chocolate (baño maría o micro). Yo lo hice en el micro a tandas de 35 segundos, procurado que no se queme. Una vez listo, lo dejamos atemperar (no enfriar, ya que si no se endurece y no serviría).

Mientras se templa, batimos en un bol la mantequilla, después le añadimos el queso crema y volvemos a batir hasta que nos quede una apariencia esponjosa. Después, añadimos el azúcar glass poco a poco, junto con el cacao en polvo, procurando que después de batirlo todo la masa quede sin grumos.

Ahora le echamos el yogur al chocolate, que ya estará atemperado y mezclamos bien; lo añadimos a la mezcla anterior y otra vez dale a la batidora.

Y el paso final (por fiiiiin!). Cogemos una base de bizcocho, le ponemos frosting por encima (no os cortéis eh? Frosting por doquier!), ponemos el otro bizcocho encima y cubrimos toooooda todita la tarta con el chocolate restante. Yo espolvoreé la tarta con cacao en polvo (y dejé la mesa de la cocina hecha un asco) y a la nevera 1 HORA MÍNIMO (es una hora dura, pero así el frosting coge consistencia).


 Yo lo decoré finalmente con unas virutas de chocolate hechas por mí. No lo había hecho nunca y para limpiar el mármol de mi cocina después tuve que sudar sangre. El procedimiento es el siguiente: se extiende chocolate derretido en una superficie lisa y fría. Se deja enfriar el chocolate y cuando empiece a cristalizar (enfriar) se coge una espátula y se arrastra. No sé si me he explicado bien, pero si no lo entendéis prometo haceros un paso a paso para la próxima!.



 Y de la nevera a la barriga. Para esto, ¡no creo que os haga falta un paso a paso!

¡Espero que os guste, de verdad! ¡A mí no hay nada que me haga más feliz que ver que lo que preparo con tanto cariño es bien recibido por la gente que me rodea!


¡Qué tengáis feliz semana! Gracias por estar aquí. De corazón.


sábado, 9 de febrero de 2013

Brownie de oreo y mini crónica de un viaje a París


Después de no sé cuantísimo tiempo, ya estoy de vuelta! Lo he echado mucho de menos! Pero me he pasado una media de nueve horas diarias con el culo pegado a la silla estudiando y estudiando sin parar... y debo decir que al final el sacrificio ha tenido su recompensa! :D 

Tenía pensado hacer una nueva entrada al acabar los exámenes pero me fui de viaje a París, con lo que hoy aprovecho para hacer doble publicación! Mi viajecito a París de 5 días y un súper brownie de oreo... que... buf.. sólo pensar en lo bueno que estaba me dan ganas de ponerme con la tecnología y crear una máquina del tiempo para volver al pasado. Aunque teniendo en cuenta lo sencillito que es prepararlo... mejor me pongo en la cocina y lo hago en un momento no? Para qué conformarse con recordar cuando puedes volver a tenerlo? (ojalá todo fuese tan fácil de recuperar)



Creo que primero empezaré con el brownie porque no tenéis porque aguantar todo mi rollazo parisino. Lo vi en el súper blog de Miguel... estoy enamorada de sus creaciones! Sólo hace falta ver la foto que sale en la portada para saber que lo que vas a encontrar ahí va a ser espectacular. Mi brownie es un diminutamente diferente en ciertas cantidades de ingredientes. (diminutamente... esa palabra existe?)


El brownie lo preparé para la despedida de seminario del cuatrimestre pasado... ya tengo la fama de la cocinillas del grupo, así que qué menos que hacer cierto honor a mi pequeñita reputación. No lo digo porque tenga serios problemas de modestia, pero realmente gustó mucho! 


Si os gusta el chocolate y las oreo, hacedlo.
Si no, también. No hay más. 

INGREDIENTES

- 165 gr,. de mantequilla
- 200 gr. de chocolate negro (en realidad, yo usé uno del 52% de cacao)
- 3 huevos y 2 yemas más
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
- 95 gr. de azúcar 
- 75 gr. de azúcar moreno
- 50 gr. de harina
- 1 cucharada colmada de cacao en polvo (Sin azúcar)
- 1 pizca de sal
- 1 paquete de galletas oreo
- Un puñado de pepitas de chocolate (a falta de pepitas, chocolate troceado!)


Primero se derrite la mantequilla en un cazo a fuego lento y cuando esté derretida se le añade el chocolate negro, removiendo bien hasta que esté perfectamente mezclado. Este procedimiento lo podemos hacer también en el micro. Ponemos la mantequilla junto con el chocolate y vamos calentando a pequeñas tandas, removiendo y vigilando que no se queme. 

Mientras se templa, se baten los 3 huevos y las 2 yemas junto con la esencia de vainilla. Debéis procurar que la textura quede esponjosa y que como mínimo duplique el volumen inicial. Si lo triplica, perfecto. 

Una vez los huevos están bien batidos, añadimos el azúcar blanco y el azúcar moreno en dos tandas. Primero echamos la mitad del azúcar, batimos bien, y después echamos el azúcar restante con su consiguiente golpe de batidora. 

A esto le añadimos el chocolate que habremos fundido con la mantequilla previamente. Mezclamos y le echamos la harina tamizada, el cacao y la pizca de sal. Y bate que bate (el chocolateee) hasta que obtengamos una masa homogénea. 

A partir de aquí, lo de siempre. Se forra un molde cuadrado de unos 22 cm con papel de hornear (para brownies, siempre queda más cuco que sea cuadrado, así después se corta en porciones de esas que te vas comiendo de tres en tres). Entonces vertemos la mitad de la masa, esparcimos unas cuantas oreo troceadas al gusto, ponemos por encima el resto de la masa y en la superficie del brownie acabamos de decorar con las oreo restantes y con las pepitas de chocolate (si no tenéis, pues tampoco pasa nada)

Y de la encimera al horno, que habréis puesto a precalentar a 180º un ratito antes. Yo lo tuve unos... espera que hago memoria... creo que 30 minutos, pero cada horno es un pequeño mundo paralelo. Contad aproximadamente entre 25 y 30 minutos (a no ser que vaya a fuego como el de mi tía, ya que entonces lo deberéis dejar una hora!)


Si podéis, lo dejaís templar un poquito. Ya lo decía Miguel y otros autores de blogs en los cuales he visto este brownie: el olor que acaba en la cocina es.... indescriptible. Fui todo el día con aroma de brownie impregnado en el pelo, creo que es el mejor perfume que he usado nunca. 


Fácil ehhh? Ya me contaréis si os animáis. Aprovecho para dar gracias a todas aquellas personas que visitan o han visitado mi blog y me envían mensajes diciendo que lo que han preparado les ha salido bien y ha gustado mucho! Me hace sentir tremendamente orgullosa :)




Y ahora.... Paguí paguí!


Qué puedo decir? Supongo que muchos de vosotr@s habréis estado, y también me supongo que muchos discreparéis sobre lo que voy a decir. 

Es la primera vez que viajaba a París. Todo el mundo me decía: oh, te vas a enamorar, a mi París me encantó, etc, etc... Y yo, la verdad, creo que no he llegado a sentir esa pasión por la ciudad de la luz. Quizá es que lo llegué a idealizar... todo el mundo me hablaba taaaan bien de la ciudad... 


No me malinterpretéis, me gustó. La compañía, immejorable. Nada de romanticismo, iba con mi prima, y yo más que contenta. Le regalé el viaje para su cumpleaños y las dos nos enfundamos en innumerables capas de ropa contra el frío; frío que, desde luego, es mucho mejor que el de aquí, que se caracteriza por esa humedad asquerosa que se cala en el cuerpo dejando todos los huesos y articulaciones tiesas. 


A lo que iba. Exceptuando algunos puntos concretos, a mí me pareció una ciudad como tantas otras que he visto. Calles repletas de tiendas más que conocidas por todos, trampas para turistas que tienes que ir sorteando como puedas para que tu monedero no se quede poblado tan solo por míseros céntimos. 


Eso sí, las boulangeries... uf con las boulangeries. Suerte que me pasé un 90% del viaje caminando porque si no, hubiese vuelto rodando. Chocolate, pan, fondues de queso, galettes, macarons... Y ya que entramos en temática macarons, también creo que están sobrevalorados, a parte de ser carísimos. Disfruté mucho más con un bollo relleno de higos y queso de cabra que no con los macarons de Pierre Hermé por los que hice media hora de cola en la intemperie. Mis disculpas si alguien cree que mis palabras pueden considerarse herejía, sé que los macarons están en alza y el señor Hermé tiene una reputación, seguro que merecidísima, pero me parece que yo soy más simple. 



Aunque no se puede negar que esto es bastante espectacular!


Disfruté especialmente de la zona de la Bastilla, callejeando sin parar y pasando de una acera a otra cada vez que veíamos indicios de placeres dulces a la espera de ser descubiertos. También me cautivó Montmarte, mientras admiraba como los pintores desplegaban su arte en una plaza bañada por el sol, ante la atenta mirada de decenas de curiosos entre los cuales me incluyo. 


La Torre Eiffel de noche, qué bonita, inmortalizada en la foto que veréis más abajo. 


Después de tanto caminar, apetecía sentarse a tomar un café. No tardé en descubrir que tomarlo en la barra te cuesta la mitad, por lo que creo que no me senté ni en una mesa durante los días que estuve ahí. Pronto descubrí lo poco que me gusta el café crème tan típico de ahí, y lo mucho que me llegaba a irritar que en ningún establecimiento tuviesen leche de soja. Así que nada, cada par de horitas, un expreso, cargar pilas rápidamente, y a patear otra vez!


París es caro, sí, pero tienes que saber buscar. Los súpers siempre son una buena opción cuando se quiere gastar menos y me pareció genial que en todas las panaderías se vendiesen también ensaladas muy atractivas a la vista y al paladar por unos 5 euros. 

Respecto al alojamiento... bueno, nos salió baratísimo, así que no tengo mucho derecho a quejarme. Sólo apuntaré que he dormido en suelos más blandos que ese colchón, pero eso ya es otro tema. 


Vale, lo estoy releyendo todo y parece muy negativo. Pero no. Simplemente también creo que está bien dar otros puntos de vista sobre un sitio que ya tiene suficientes admiradores como para que mis impresiones pasen desaprecibidas. 


Tengo que decir que no me hubiese gustado morir sin ir a París, y menos con lo que a mi me gusta la gastronomía francesa; pero creo que eso fue una de las cosas que más disfruté. Maldita idealización! La próxima vez mejor que me digan que es una ciudad que ni fú ni fa y así no iré con tantas ideas preconcebidas! 


Aquí he explicado sólo cuatro cosas pero hay mucho más... No obstante, es un blog de cocina y no de viajes (ya me gustaría, pero si con un tema nada más ya no doy abasto...imagináos) El caso es que lo pasé muy bien, y gasté mi semana de vacaciones yendo de aquí para allá. Ahora, me levanto cada día a las 6'30 y vuelvo a las 22'30 a casa, por lo que estoy muerta y me lamento de no haber dormido más los días que podía! jajaja pero bueno, es lo que toca (de todos modos, el que se atreva a decir que la vida de estudiante es un lujazo... gggggrrrrr)


Y esta foto, dedicada a tod@s vosotr@s



 Merci beaucoup por estar aquí :)